El camino trimurtiano de las 8 vías

25.10.07

Toro


Te conocí esta primavera y pude comprobar todas las maravillas que contaban de ti: cariñoso, jugetón, siempre atento a todos los que te rodeaban, incansable...
Sobre todo me sorprendió lo feliz y emocionado que siempre te ponías cuando llegabamos a casa. Salías a recibirnos como si hiciera meses que nos habíamos marchado, saltando, babeando y deseoso de que abrieramos la puerta para que te hicieramos mimitos. ¡Por que eso te encantaba! Siempre aparecías y te ponías delante de mi diciendo "acariciame anda, que a los dos nos encanta" y, si me hacía el duro y pasaba de ti, me pisabas "heeee, ¡qué estoy aquí!". ¡ Y qué decir de esas carreras tras un balón ! Cuando yo estaba ya con la lengua fuera tú seguías yendo de aquí para allá con el baloncillo en la boca, desafiante "¿qué, ya no puedes más? humanos..."
Fue breve pero intenso. Fueron momentos para recordar, porque en todos dejabas una huella imborrable. Un abrazo muy fuerte y ánimos, Arya.

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