El camino trimurtiano de las 8 vías

19.1.08

Todos somos prescindibles

Camino a casa después del trabajo y solo hago que mirar el movil, de pensar en ella.

Nos encontramos hace un par de días en la calle, cerca del estanco que hay al lado de mi oficina. Yo iba al banco a arreglar unos papeles, ella me dijo que había quedado con una amiga en la zona. Los dos besos de rigor y la incómoda pregunta mental de "¿cómo me siento?" Lo habíamos dejado hace un par de años. Ella lo había dejado hace un par de años. Dolió mucho, muchísimo. Días, tardes y noches despúes recordaba su figura, su sonrisa... Hasta que solo quedó su sombra. Y allí estaba de nuevo. "¿Qué tal todo?" Bien, regular, mal. La respuesta no importa. Alguien me espera en casa, pero cuando el pasado golpea el presente la razón suele ser la peor parada. "Tengo prisa, llamamé algún día y tomamos algo". Me lo dice mientras se despide y vuelve a salir de mi vida. Solo que esta vez no duele.

Camino a casa después del trabajo y solo hago que mirar el movil, de pensar en ella. Y me doy cuenta de que no tengo nada que decirle. Y pienso en los antiguos compañeros de la facultad. Y me doy cuenta de que no tengo nada que decirles. Y pienso en tanta y tanta gente que ha dejado una huella imborrable en mi memoria, en mi vida... Y a los que no tengo nada que decirles.

Llego a casa, una idea extraña empieza a tomar forma en mi cabeza. Abro la puerta y Laura me espera sentada en el sofá. Hoy está más guapa que nunca. "Hola cariño, ¿qué tal el día?" Bien, regular, mal. Su respuesta es lo más importante. Ahora ella es mi centro, mi mundo, ella es con quien quiero hablar de mi vida. "Mal", me contesta, "tenemos que hablar... De nosotros". Y esa idea extraña estalla en mi cabeza y me grita "todos somos prescindibles, y tú más que nadie".

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